Reseña

Si la letanía es una serie de expresiones que se encadenan para acentuar el efecto de una imagen o el rezo prolongado con el que se invoca a una divinidad, es paradójico que el conjunto de poemas que constituyen Inconsistencia de la mirada, tenga el tono propio del desastre. Porque no se invoca a nadie ni se ruega para que el mundo sea mejor. Pero hay un halo de letanía en estos versos. Así es la poesía: rompe con la convención e inaugura otras visiones. La presencia de la sombra, la mirada que se aleja como el ritmo vertiginoso del río, el carácter informe del mundo, la orfandad del hombre, la pequeñez frente a la muerte son imágenes que resaltan en este libro, haciéndonos sentir cómo la vida sólo ha sido posible en el caos y por el caos. La inarmonía entre los elementos de la naturaleza y la actividad humana convergen en un continuo de sombras y de oscuridades, que hacen del hombre un ser que camina a tientas. Frente a la imponencia del mundo y su entropía el hombre sólo puede mirar. Y al mirar, no puede actuar porque es un ser sin fuerzas, débil, tan débil que sólo puede aniquilarse a sí mismo.