Reseña

Las páginas de este libro, escritas por un historiador de renombre merecido, son un homenaje a la República y a la ciudad del Socorro, cuya noble tradición es parte fundamental del patrimonio nacional.
Con legítimo orgullo el Socorro comparte con Popayán el título de Ciudad Procera. Sus casas, sus calles, sus parques y sus bellos e históricos alrededores fueron testigos de hechos memorables que cambiaron el curso de la historia. Aún resuena por todo el ámbito del territorio de Colombia la protesta rebelde de Manuela Beltrán que sublevó a los pueblos agobiados por duro trabajo cuyo rendimiento mermaban en forma lesiva los peninsulares. Esa atrevida protesta, que enaltece a la mujer colombiana interpretó un sentimiento popular que dio origen a la revolución de los Comuneros, movimiento que tuvo ciertamente influencia decisiva en la independencia de las colonias españolas del continente americano. Ese movimiento, frustrado en parte por circunstancias conocidas, consagró en el martirio las figuras magníficas de Galán, Isidro Molina, Lorenzo Alcantuz y Manuel Ortiz y dio renombre al capitán general Berbeo cuya memoria se ha pretendido mancillar con críticas que han desvanecido nuevas fuentes documentales de indiscutible valor probatorio.
La ciudad fecunda sigue y seguirá enorgulleciéndose no solo con la larga lista de sus varones consulares del pasado, sino con otros que enaltecen una noble tradición y que acrecientan sus glorias. Es suficiente, para justificar esta afirmación, citar el nombre de Horacio Rodríguez Plata, autor de este libro magnífico, exponente brillante de la inteligencia y del trabajo, que ha sobresalido en la política, en los cuerpos colegiados tanto departamentales como nacionales, en el periodismo, en la cátedra y en el campo perdurable de la cultura.