Cuídate mientras cuidas
Relatos de una madre sobre cómo logra salvar a su hija de una depresión mayor después de un intento de suicidio, las afecciones emocionales que presentó al atenderla sin cuidarse y cómo logrò superarlo
Autor: | Arias Caycedo, Yudys Orixa |
Muchas personas se esmeran por escribir sobre la depresión y cómo ayudar a quienes la padecen, todo se enfoca alrededor de las personas enfermas emocionalmente, pero de aquellos a quienes nos toca cuidar a otras en depresión se habla poco, la verdad es que aunque exista la información resulta insuficiente para aquellos que cuidamos de personas con alteraciones emocionales y nos quedamos cortos intentando contar con herramientas que nos permitan gestionar las dificultades por las cuales atravesamos, mientras ofrecemos esa atención a quienes más nos necesitan, pero que muchas veces resulta agotador y se experimenta una sensación de desesperanza en los momentos donde reaparecen las crisis emocionales, pues nos hace sentir que no estuviésemos haciendo bien nuestra labor de cuidador. Esto sumado a las criticas constantes que recibimos de las personas, que muchas veces son familiares o cercanos, pues se atreven a cuestionar tu sistema de crianza y casi que, a culparte por la condición emocional de tu hijo o hija, si es a uno de ellos que acompañas en este proceso.
En este humilde libro relato lo ocurrido con el intento de suicidio de mi hija, el inicio de sus crisis, la manifestación de su estado de ànimo en sus actitudes, la forma como se fue deteriorando emocionalmente hasta llegar al día de esa gran tragedia familiar; la manera cómo lo afrontamos como familia, la forma como terminé afectada por no haberme protegido emocionalmente, los relatos de aquellas personas de nuestra red de apoyo y cómo nos apoyamos entre todos, el acompañamiento brindado a nuestra hija en las diferentes áreas de su vida, las herramientas que adoptè para levantarme y después mantenerme en pie y las redes de apoyo con las cuales me uní para continuar en este camino lento, largo, de paciencia y nubloso, y digo nubloso pues es de aclarar que muchos cuidadores han sido excepcionales, sin embargo hay casos donde el resultado final fue el menos deseado y es ahí donde nos toca entender que en últimas es una decisión de quien padece el dolor emocional, definir sobre su vida, por lo que no debemos culparnos si dimos nuestro mejor esfuerzo.
Mi intención es contar lo que ocurrió y que otras mamás o cuidadoras como yo, que experimentan lo mismo, puedan identificarse y darse cuenta de que no están solas, que no está mal hablar, que es necesario no callar por nuestra salud mental, que es importante apoyarse de la red que tengamos a la mano, sacar tiempo para nosotras mismas y tener presente que cuidarse es muy necesario para poder cuidar a los nuestros.
Ser madres y padres es una carrera tan maravillosa y extraña, donde se recibe el título antes de haberla cursado y es la vida que se encarga de que vayamos aprendiendo a medida que crecemos con nuestros hijos. Nos toca armarnos de paciencia, valentía, serenidad discernimiento, sensatez, constancia, espiritualidad, perseverancia, adaptabilidad a los cambios y dinámicas que se van presentando, así como a cada etapa del crecimiento de nuestros hijos, fe, amor y muchos otros elementos, para poder encaminarnos a desempeñar esta tarea tan ardua, pero que para un padre y una madre es satisfactoria cuando se ven los frutos del tiempo y el amor invertido en aquellos que más amamos.
No basta con confiarse porque nuestros hijos permanezcan en casa, suponiendo que allí están a salvo, muchas veces su peor enemigo es la propia mente y no lo sabemos. Estemos pendientes de aquel familiar o amigo que duerme mucho o que no duerme, que tiene llanto fácil o que nunca expresa lo que siente, que comienza a comer mucho o de la nada come poco o casi nada, de aquel que comienza a perder peso, que se ve desmotivado y ausente.
¡Identificar, preguntar y abordar a tiempo puede salvar una vida y hacer una gran diferencia!