Reseña

Los seres humanos hemos usado la poesía por miles
de años, desde la antigüedad, como herramienta
estética para expresar la belleza o la fealdad
de la vida, las historias cotidianas y las historias
asombrosas en la búsqueda de generar un movimiento
de alegrías, pasiones, tristezas, nostalgias,
entre otras emociones tanto en quien lee, como en
quien escribe.
La poesía ha sido significante en el reconocimiento
de amores prohibidos, dolores vividos, amores
dulces, resacas, luchas y causas justas. La poesía
puede salvarnos la vida o quitárnosla con un solo
verso con rima o sin rima, por eso es urgente que
la gente la conozca, la sufra, la escriba, la lea, la
regale, la comparta, o la use para mandar un mensaje,
para enamorar, para denunciar o sutilmente
desahogar todo lo que se guardó dentro.
Entonces esta es la excusa magnífica para este poemario
escrito desde el lenguaje de las flores que expone
una juntanza poco perfecta de palabras que
vuelan libres en mis pensamientos, como ideas
sueltas que quedan de lo que vivo, siento, experimento
y aprendo. Las flores con sus bellezas deslumbrantes, sus sutiles
olores, su extraña diversidad, sus intensos colores
nos permiten un infinito lenguaje, el lenguaje
de las flores, para ponerle boca a temas difíciles de
decir cómo las desigualdades sociales (las manzanillas),
la salud mental (Los tulipanes amarillos) y
los amores (las Camelias).