Reseña

Prodigiosas geometrías, puñales horadando los bordes del silencio, áridas geografías anunciando los abismos, espejos ululando la precisa sombra del misterio... Todas son imágenes que están o me parece que están o bien podrían haber estado en los poemas de Walter Azula. Acercarse a estos textos, a esa «arquitectura» de versos ensamblada con los años que esta antología revela, es introducirse en imágenes que lo sensible captura, pero que el intelecto no atina a explicar. Perdimos el cielo es la exploración de los escombros, la apertura de la tierra que se expande lejana ante el que atisba, olisquea
o camina por los delgados filos de lo posible, mientras flotan por encima las improbables islas de lo extraño... Me pierdo en palabras difíciles de seguir, lo sé. Como en esos prólogos en los que uno nosabe si en verdad está leyendo una crítica u orientación, o si más bien está bañándose en una deliberada espumarada de elucubraciones literarias que compensan lo que no se logró caracterizar. Pero lo hago por empatar, por rimar con las delicadas caricias de lo abstracto que componen este poemario, para calentar y para pasar los dedos —yo también— por la elusiva cintura del poema...