Reseña

Escribí este libro con las manos temblando y el pecho abierto.

Durante años, guardé silencio.
Porque eso nos enseñaron:
a callar, a fingir, a sobrevivir sin hacer ruido.
Pero la memoria no desaparece.
Se queda en el cuerpo.
En los sueños.
En los dibujos.
En las mariposas que no terminamos de soltar.
Hilos de sangre no es solo una historia: es una promesa cumplida.
La promesa que le hice a mi hermanito Carlos antes de que se apagara.
Es también un homenaje a Abril, la niña que me enseñó a amar en medio del dolor.
Y es una carta abierta para todas las personas que vivieron abusos en silencio, creyendo que estaban solas. No lo están.

Este libro no tiene héroes. Tiene niñas.
Niñas que sobrevivieron.
Niñas que aún buscan respuestas.
Niñas que merecen ser escuchadas.

Gracias por leer con el corazón abierto.
Si alguna de estas páginas te tocó,
entonces ya no escribí en vano.