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ISBN 978-628-01-0589-5

¿Qué vamos a hacer con mi mamá? De los déficits pequeños al deterioro y los cuidados del cuidador

Autor:Isaza Bermúdez, Rodrigo Alberto
Colaborador:Rego Rahal, Juliana Rego Editores (Editor Literario)
Editorial:Isaza Bermúdez, Rodrigo
Materia:0 - Generalidades
Clasificación Thema::VFJB6 - Hacer frente / asesorarse sobre la enfermedad de Alzheimer y a la demencia
Público objetivo:General / adultos
Disponibilidad:Disponible
Estatus en catálogo:Próxima aparición
Publicado:2023-09-12
Número de edición:1
Número de páginas:190
Tamaño:16x24cm.
Precio:$75.000
Encuadernación:Tapa blanda o bolsillo
Soporte:Impreso
Idioma:Español / Castellano

Reseña

No hay nada más definido en la naturaleza de la vida que el envejecimiento con todos los procesos de deterioro corporal y funcional de nuestros sistemas biológicos; a pesar de que el hombre trata por todos los medios a su alcance para evitarlo sigue su curso de alguna forma un poco más lenta de acuerdo a las condiciones de mejoramiento de la calidad de vida en todas sus esferas.
El paso de la edad no debe ser una memoria de futuro traumática, simplemente porque hemos estado con personas que debido a su individualidad genética, las múltiples enfermedades físicas o mentales nos han pintado un escenario catastrófico, yo como médico especialista en Neurología vivo diariamente los eventos de salud de mucha gente, desde luego, a un consultorio solo van los enfermos, pero cuando se pasa de lo que siente cada individuo y lo que uno percibe, gran parte del deterioro es más circunstancial que biológico.
Convivir con el adulto mayor en su propio hogar o en el de alguno de los miembros de la familia implica una serie de modificaciones que alteran la vida de todos, sin contar que el manejo económico suele ser oneroso, difícil y complicado.
Vamos a establecer el derrotero de la vida desde el momento que empezamos a sentir cambios, los cuales pueden afectar la funcionalidad si no modificamos los patrones personales de malestar que nos llevan a la enfermedad y ahí sí al deterioro.
Ser adulto mayor conlleva también unas obligaciones conscientes del proceso, pero la vitalidad debe mantenerse; la convivencia familiar que activa las señales de alarma para cuidarnos se debe modular y adecuar paulatinamente para no inhabilitarnos como personas, ser viejo no es estar enfermo y las exageraciones en algunos casos nos van limitando hasta más no poder. Mi invitación es a no perder la objetividad, pero sin renunciar al compromiso de acompañamiento físico y afectivo de la familia y los cuidadores.

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