Reseña

Julieta de los espíritus
La tristura que se divisa en la silenciosa nada entre la transfiguración del sueño, son el mosaico de relatos que pueblan este libro. En él se vierte el desolado licor de la angustia despedazada, cuando sangra y se ahoga en la melancolía anónima de las calles o en los panópticos. Todo se amalgama entre el falansterio noctámbulo de Micenas junto a la Montmartresa desnuda y cincelada sobre una tristeza mineral.
Los fantasmas de los recuerdos van al acecho buscando a sus personajes como viejos oráculos de catedrales góticas. La acuarela de referencias musicales, pictóricas y literarias, son electrizadas escalinatas del delirio poético. En la medida en que el lector se adentra en su composición narrativa, se encuentra con la floresta hermética que traza el brillo alargado del olvido.
La cartografía de los espíritus en cada relato, talla sensualmente los gritos de la noche cuando la penumbra se enamora de sí misma, de una manera estridente, lésbica, homicida, erótica, heráldica entre las grietas del alma.
La nocturnidad exiliada, traga los espantosos arcanos entre la brumosa sensación de los cipreses funerarios, cuando la desesperanza desciende entre los sortilegios incurables del destino.

Wilson Díaz