La fiesta perpetua
Autor: | Díaz Granados, José Luis |
"Una vez nos dijo el poeta Carlos Martínez Rivas, en uno de nuestros inolvidables viajes a la Nicaragua del triunfo sandinista, que los poetas americanos todos leímos en la adolescencia y en la formadora juventud los mismos libros, dimos, o soñamos dar, los mismos viajes, tuvimos los mismos amigos distantes". Yo lo recordaba, reconociendo en uno de sus versos "no sé cómo eres, yo que sé que fuiste" al Juan Ramón de los Sonetos espirituales, o al Garcilaso con cuyo tomito bajo el brazo íbamos a leer a los parques, que Ud. más que "citar" hace formar parte de sus propias vivencias. Tuvimos (mi hermana y yo) también la costumbre de pasar las noches anteriores al examen, tomando café para mantenernos despiertas hasta la hora de ir a la Universidad (como en su poema "Condiscípulos") y hasta un hermano Felipe, músico, que ya se nos murió ---no así sus melodías ni su recordado piano, que recordé leyendo su "Pequeña elegía". (?)El poema que nos parece de más hallazgo verbal es el que se llama "¿Algarabiónica?" por versos como "Entretanto yo atisbo bonaeréo canto / chiflo diciembro emerjo fantaseo..." o "locomoto llovizno malbarato", interrumpido, sin más que la inevitable ironía, de los dulces versos tan caros a las lecturas juveniles: "Tu dulce habla ¿en cuya oreja suena? / Tus claros ojos ¿a quién los volviste?".