Reseña

Siempre tengo que volver al mar.
Me he preguntado cómo viviría sin tenerlo a mi alcance
y la respuesta siempre ha sido la misma: tengo que volver
a él.
Me atrae con una fuerza poderosa, casi sobrenatural,
como si cada ola me atrapara, envolviera y, al arrastrarme
hacia las profundidades, me sumergiera en un mundo de espejismos
donde los recuerdos se convierten en sensaciones
nítidas.
Puedo palparlos, olerlos, escucharlos plenos de voces
afectivas y sentimientos que no he vuelto a experimentar
tras tantos años.
El mar fue mi mundo, mi frontera, mi vida durante y
después del cayo y algún día espero…