Reseña

El exilio es una grieta irreparable que se interpone entre un ser humano y el lugar donde nació, entre el yo y su hogar en el mundo. La tristeza fundamental que lo define es ineludible.

Si bien es cierto que la historia y la literatura están repletas de gestas heroicas y arrebatos románticos, de hazañas gloriosas y acciones triunfales llevadas a cabo por vidas en el exilio, tales episodios no son más que meros intentos de mitigar el dolor inconsolable causado por el desprendimiento y la extrañeza. Las conquistas de un exiliado están constantemente socavadas por la pérdida de algo que ha dejado para siempre atrás. ¿No es acaso cierto que las visiones del exilio que pueblan la literatura y la religión acaben transfigurando lo que contiene, que es en realidad auténticamente terrible? Que el exilio es una condición irremediablemente secular e insoportablemente histórica; que siempre es una imposición de unos seres humanos sobre otros; que, como la muerte, pero sin el “beneficio” definitivo que esta concede, ha arrancado a millones de personas del alimento de una tradición, de una familia, de una geografía.