Reseña

Entre Líneas: Este fue mi primer escrito y nació como se nace a veces en lo invisible: desde un gesto íntimo, casi silencioso. No lo escribí para entretener ni para explicarlo todo, sino para reconocernos desde un lugar distinto, más lento, donde la palabra no busca convencer, sino acompañar. Fue como tantear el mundo con los dedos del alma, sin apuro, sin forma fija. Fue escrito entre el ensayo, la narrativa, la psicología, sí, pero todo eso es apenas un pretexto para rozar lo que no se deja decir. Es un libro que no se lee: se atraviesa, se respira. Y si algo queda, quizás no sea una conclusión, sino una sensación tenue, de esas que se quedan cuando algo hizo sentido sin necesidad de concebirle. Lo escribí como quien necesita sostener lo que no encaja en lo cotidiano. Para acercarme a eso que aflige sin nombre, a lo que todavía pulsa, aunque no sepamos cómo nombrarle. Ahí están las contradicciones que habitamos, la identidad que se transforma, las emociones que no encuentran salida, los vínculos que no alcanzan con solo decirlos. No hay respuestas, ni estructuras cerradas: solo una escritura que se queda cerca, mientras el sentido —ese que nadie puede dar por otro— va encontrando su modo de abrirse paso. (2 Edición)