Reseña

Rubén Darío Arteaga también vistió a su poesía como le plugo vestirla, con palabras ligeras y transparentes y ahorradas, sin adornos ningunos fuera de los del sentimiento, fuera de los de la sensación, fuera de los de la emoción. Sin duda que debajo de este traje está el cuerpo espléndido de la Dama Poesía, adorada por todos nosotros como la adoraron tantos a lo largo de los milenios, como seguirá siendo amada y venerada por quienes tienen corazón de llama, alma de torbellino llameante, una quimera por corazón y una belleza expresada como ideal. Una poesía cantada como la canta el arroyuelo que se frota contra las lijas y de ellas extrae la música liquida. Una poesía exquisita como el solo de violín que se yergue sobre sí mismo, cantando como la misma emoción el sentimiento que duele, o el que exalta.