Reseña

Versos como los de esta obra eran corrientes
en la Grecia antigua, desde Safo de Lesbos
(600 a. C.), y volveran a serlo, muy seguramente,
en los siglos siguientes al actual. Los poemas
eróticos, los que cantan a la carne en sus más
francas y honradas expresiones, no fueron en
ese larguísimo intermedio de los siglos, y no
lo son todavía, tan abiertos, tan dicientes, tan
reales. Ha sido la cultura humana, especialmente
la occidental, la que por tiempos tan extensos
ha puesto en la sombra del idioma lo que se ha
espléndidamente mostrado siempre en las artes
plásticas, en toda la expresión de su naturaleza.
Y además, dice la Academia, es un “Sentimiento de
afecto, inclinación y entrega…” El amor, pues, en
la poesía de Mireya, como en el pensamiento de
Erich Fromm, no está arraigado exclusivamente,
aunque a veces lo parezca al leer muchos de
sus versos, en la satisfacción sexual, sino en el
compromiso, sin garantías, de la espiritualidad
del amor. Además de lo ya anotado, es importante
resaltar el alto grado de lirismo que Mireya
pone en los poemas últimos de este libro, con el
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Ondulaciones
Entre el amor y el desamor
Mireya Avellaneda Gutiérrez
subtítulo de “Presencia en el viaje de la vida”. En
ellos existe una finura, una exquisitez que hacen
recordar la poesía de Rosario Castellanos, Josefa
Murillo y Dulce María Loynaz.
Los poemas de Mireya Avellaneda Gutiérrez son
de grata lectura y embriaguez de amor, y mueve
los sentimientos de afecto, inclinación y entrega.