Herencia y formación
El abandono del saber en la escuela
Autor: | Valenzuela Echeverri, Carlos Eduardo |
La escuela no es el único ámbito posible de formación, pero sí es aquel que intenta utilizar el acervo cultural que —en cada contexto— se considera legítimo. La relación con este acervo no siempre ha pasado por la escuela, pero es indudable que —como piensa Kant— todo hombre que nace, en toda época y en cualquier lugar, ha de ser educado. Así, toda formación social intenta, no sencillamente “transmitir” ese acervo, sino principalmente poner a los “nuevos” a la altura de desear —al menos en algunas de sus partes— dicho acervo. Esto quiere decir que, si bien conocimientos, valores y tradiciones anteceden a los sujetos, dotarse de estas propiedades no es un asunto de oírlas proferidas por los otros, o de llevar a cabo actos imitativos… ni, menos aún, de que se verifique un “desarrollo espontáneo”. Poner a la altura del acervo cultural a los “nuevos” es una condición para la continuidad de la cultura, pero ¿cómo se hace eso? No es un asunto de seguir unas técnicas, o de estar de acuerdo con un ideal común, pues la sociedad está estratificada. De ahí que aquello que se intenta introducir como discursos y acciones en el ámbito educativo sea objeto de tensión, de conflicto. ¿Qué se va a enseñar?, ¿cómo?, ¿para qué?, ¿a quiénes?… son interrogantes que se resuelven en el ámbito político. Así, Carlos Eduardo Valenzuela no nos habla simplemente de una crisis de la educación —pues, en principio, las instituciones sociales no pueden dejar de estar en crisis—, sino de una posición que se va haciendo políticamente prominente en las prácticas educativas: el desplazamiento del saber en favor de un enfoque instrumental, basado en competencias prácticas y en la “gestión emocional” de los estudiantes. No se trata de una posición equivocada, como si fuera un enunciado en relación con el cual sólo podríamos emitir las valoraciones de “verdadero” o “falso”. No. Se trata de una decisión política que tiene una compleja relación con asuntos de orden social que están ocurriendo más allá de las escuelas, más allá de los sistemas educativos. Y estas decisiones tienen efectos; en ese sentido, podríamos evidenciar hechos contraproducentes, a la manera de una prueba en contra del contenido de tales decisiones, pero la ideología es refractaria a la experiencia: tales hechos serán entendidos de una manera que no objeten las decisiones, y pueden llevar a nuevas medidas ¡en la misma dirección, con el mismo sentido!