Reseña

Entre fotografías familiares y escenas cotidianas, este libro reúne quince relatos breves que exploran los vínculos más íntimos de la memoria: la infancia, los afectos, la violencia sutil, los rituales heredados y los silencios que marcan generaciones. Con una prosa cargada de imágenes sensoriales y una mirada que oscila entre la ternura y el desgarro, cada texto se convierte en una viñeta que captura lo que permanece, lo que duele y lo que se transforma. Estos relatos no buscan grandes giros argumentales, sino revelar la intensidad de lo pequeño: una conversación junto al fogón, un gesto repetido, un animal que irrumpe en la rutina, una herencia que se cuela en la piel. Es un libro que se lee como quien hojea un álbum viejo: reconociéndose en rostros ajenos, descubriendo historias que podrían ser propias, sintiendo que hay algo de todos nosotros en cada página.