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ISBN 978-958-46-1705-7

Inteligencia Bíblica
Más allá de la inteligencia natural

Autor:Tamayo Arias, Carlos
Editorial:Tamayo Arias, Carlos
Materia:170 - Ética (Filosofía moral)
Publicado:2012-12-27
Número de edición:1
Número de páginas:122
Tamaño:19 cms.x11 cms.cm.
Precio:$20.000
Encuadernación:Tapa blanda o bolsillo
Soporte:Impreso
Idioma:Español / Castellano

Reseña

Éste libro aborda preguntas como las siguientes:
¿Por qué los denominados intelectuales, son más reacios a aceptar la verdad del evangelio, que la gente más sencilla?
¿Por qué hay personas que no creen en Dios ni en la Biblia?
¿Por qué una persona con muchos conocimientos no cree en Dios y otra igualmente ilustrada, si cree en Él?
¿Por qué hay personas muy religiosas, y sin embargo, no tienen una relación directa con Dios?
¿Por qué la Biblia ha sido y es aún, un libro tan polémico. Por qué a pesar de ser tan atacada a lo largo de la historia, ha sobrevivido y hoy tiene más fuerza que nunca?
¿Por qué la razón y la ciencia natural, no pueden entender ni percibir a Dios?
¿Por qué la existencia de Dios no se puede demostrar?
¿Por qué se puede decir que el corazón tiene inteligencia?
¿Por qué Jesús es el hombre que planteó los componentes más eficaces para la convivencia humana?
¿De donde proviene la inteligencia?
¿Cuál es el propósito de la inteligencia?







PROLOGO
“Cuanto mayor es el conocimiento de un hombre, mayor ha de ser su fe; y cuanto más se acerca a Dios, más clara es su visión de Dios”. VÍCTOR HUGO (1802-1885) Novelista francés.

“Si poca ciencia aparta de Dios, mucha ciencia lleva a Dios” LOUIS PASTEUR (1822-1895) Científico francés.

Estas dos expresiones en boca de tan ilustres personajes, lo llevan a uno a cuestionarse sobre lo siguiente: ¿es acaso la creencia en Dios, un asunto de ignorancia o de conocimiento? ¿De inteligencia, o de torpeza? ¿Por qué creen en Dios tanto eruditos como ignorantes?, ¿inteligentes como lerdos?, ¿ricos como pobres? ¿Qué impide o qué lleva a creer en Dios o a ignorarlo? Estas preguntas han llevado a la inversión de muchas neuronas por parte de: teólogos, filósofos, ministros del evangelio, y en general hombres de ciencia, que han intentado buscan las razones del ateísmo y de la fe.
Pensando en el tema, es importante través el estudio de la inteligencia y la erudición, encontrar la causa de la creencia o la no creencia en Dios. Aunque este tema de Dios es aún polémico, resulta a la vez cautivante por lo que ha representado Dios en la historia de la humanidad, y a pesar de que muchos estudiosos han afirmado que la ignorancia es la principal causante de que hoy en día se siga creyendo y pensando en un ser llamado Dios; no obstante, los creyentes en Dios siguen aumentando de forma exponencial en el mundo entero a pesar de estar inmersos en la era del conocimiento y la tecnología.

Al hablar de ignorancia, tengo que confesar que cuando ingresé a la universidad a estudiar filosofía, tenía cierta expectativa y prevención en cuanto al tema de Dios, ya que, algunas personas me habían advertido que ser filósofo era sinónimo de ser ateo y que quienes creían en Dios, era solo porque ignoraban algunas cosas que los eruditos sí conocían, y que por falta de ese conocimiento, las personas eran embaucados y víctimas de un profundo lavado cerebral para que creyeran en Dios. No obstante la advertencia, me dediqué al estudio de la filosofía y poco a poco me fui encontrando con algunas sorpresas. Por ejemplo, comencé a ver que habían grandes intelectuales y hombres de ciencia; así como políticos, filósofos y personas de alta alcurnia que creían en Dios, y no a su manera como profesan muchos hoy en día, sino a la manera de Dios. Creían en el Dios de la Biblia, en el mismo que yo creía; en el que un hombre común y corriente sin ningún calificativo prominente en el mundo de la academia podía creer. También comencé a conocer lo que conocían los filósofos; aquello que supuestamente era lo que alejaba de Dios. Pero la verdad, aunque me parecieron extraordinarios muchos de sus argumentos; los referentes a la negación de la existencia de Dios, me parecieron débiles y hasta ingenuos como para pensar en dudar del Dios de la Biblia. Pude comprender cómo funcionaba el conocimiento científico y filosófico, y de paso, conocí también sus debilidades. De modo, que poco a poco fui descubriendo que el apartarse de Dios, no era cuestión de inteligencia, ni de conocimiento, ni de dinero; sino que tenía que haber algo diferente que provocara esta actitud. Tal vez, alguna clase de ignorancia o algún “genio maligno” que entorpecía la mente humana para que no percibiera a Dios. Me di entonces a la tarea de investigar el tema mediante el análisis de la inteligencia, y de pedirle a Dios que iluminará mi mente; tal como lo hicieran en su momento san Anselmo y san Agustín cuando buscaban demostrar la existencia de Dios. Fue así, como por medio de algunas observaciones, Dios me llevó a encontrar la respuesta a mis preguntas, y eso, es lo que deseo presentar en este libro. No sin antes decir, que son considerables los esfuerzos realizados por filósofos, psicólogos y en general hombres de ciencia, por desvelar lo que es la inteligencia humana, sus diferentes expresiones y su valor para enfrentar las distintas circunstancias que el mundo ofrece.





INTRODUCCION
Quisiera afrontar esta cuestión tan fascinante que es la inteligencia, desde diversas perspectivas; desde los diferentes enfoques o clases de inteligencia que se han postulado hasta el presente. Aclaro que seré breve en estas apreciaciones; sólo plantearé lo que sea necesario para desvelar de manera básica el concepto y adentrarme en el tema central que deseo tratar y que denominaré: inteligencia bíblica, un tema que se halla implícito en la práctica cristiana y que quiero hacer explícito con el fin de mostrar cómo esta inteligencia es la que a la postre, lleva a creer en Dios y a seguirlo.

Puede decirse sin temor a equivocaciones, que en el mundo actual hay mucha inteligencia, máxime con el descubrimiento de las inteligencias múltiples postuladas por HOWARD GARDNER, sin embargo, existe muy poca sabiduría para aplicar esa inteligencia. Hay mucha ciencia, pero pocos sabios. De ahí, que tantos descubrimientos con los que la ciencia se ha topado actualmente, se encuentren tan mal aplicados y enfocados. En un mundo tan trastornado en cuestión de valores como es el actual, donde la gente parece conducirse solo por instintos sin saber con exactitud hacia donde van, es supremamente fructuoso poner en ejercicio la inteligencia desde todos los tópicos posibles. Obviamente, buscando un ingrediente de sabiduría para aplicarla, dado que, es la única forma como podemos comprender que la vida tiene un sentido y no es tan solo un azar o un instinto animal.

Por eso, algo que bien debemos alabarle a la vida humana y a su creador, es el hecho de ser sujetos racionales, aventajando así en grandes proporciones al resto de la especie animal y logrando elevarnos hacia cumbres insospechadas sin quedarnos como simples entes que nacen, crecen, se reproducen y mueren. Necesitamos decididamente, dejar de ser tan arraigados a la simple razón material y atrevernos a pensar que pueden existir razones para mirar la vida de manera diferente a lo natural, y tal vez, eso nos lleve a verla con más agrado y a pensar que el mundo no se limita tan sólo a lo que demuestra la ciencia desde el punto de vista material, sino que existen cosas muy fundamentales para la vida del ser humano como son el tema de la espiritualidad y la fe, que en última instancia, resultan ser el complemento perfecto de la vida.

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